18 febrero 2013

Dos poemas de A.M. Pires Cabral

EN EL CASTILLO DE ANSIÃES

Ya sé que lo que pasado pasado está,
la historia no es una serpiente
que se muerde la cola;

que los que aquí vivieron ya ni huesos son,
sopló sobre ellos el viento
extinguiendo la poca llama que fueron;

que cesó todo ruido, de fiesta o querella,
descompuesto en la acidez de los días;

que los lugares donde acaso podría haber quedado
impresa alguna huella accidental,
alguna hendidura en la piedra con vocación de historia,
están cubiertos por zarzas y avena salvaje.

Ya sé que los horizontes
que vamos recogiendo de lo alto de la muralla
con las cautelosas pinzas del afecto,
contrariamente a los que murieron,
ahí siguen
perpetuo desafío al viento y la mirada.

¿Y si ya sé todo eso:
carne frágil, minerales perennes;
y si con todo eso me conformo, como hombre
sobre quien también un día ha de soplar
el tiempo, y está dispuesto a perdonar;

por qué esta agua insumisa
que lentamente me moja el reverso de los ojos?


¿DE QUÉ SE RÍE YORICK?

I

¿Qué hace reír al bobo Yorick?
Completamente carcomido, circunscrito
a una caja de huesos vagamente redondeada
con algunos orificios
por donde se diría que entró la vida
y ahora no entran sino escarabajos,
babosas, larvas, las extensas
raíces de las hierbas dañinas
-¿qué hará reír a este hombre que fue?

Solo quizás –digo yo-  las impertinentes
cosquillas de la eternidad.

Que también a mí algunas veces
me han hecho reír antes de tiempo.


(De ARADO, Cotovia, 2009; Traducción: L.M.M.)

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