29 enero 2010

“Las cuatro mañanas”, José Almada Negreiros (ii)


SEGUNDA MAÑANA

Funesta la hora en que quise averiguar de qué iba la vida,
y acabé encontrando de qué iba.
Perdí la ocasión de ser simple,
perdí la feliz ocasión de ignorar,
perdí la sabia ignorancia,
perdí la gracia de no saber.
Dejé pasar la ocasión de seguir la corriente
de dejarme llevar, como todo el mundo,
por las carambolas de la suerte.
Perdí la ocasión de ser analfabeto,
ese secreto para no ser doctor,
y también para no saber
lo que saben las letras
del mundo y de mí.
Perdí la ocasión de no recibir instrucción,
la sagrada ocasión de no saber leer,
la ocasión del que no sabe,
que es como la del que no ve.
¡Mas ser ignorante no duele
no duele tanto como no ignorar!
Dejé pasar la ocasión de montarme sobre la ola
y de tener el entendimiento repartido entre los otros,
primero me enseñaron las letras
y las letras acabaron por encontrarme
y entonces me vi delante de mí
separado de la ola y de la corriente
diferente de toda la gente
independiente de la multitud.
Perdí la ocasión de ser multitud
(comodidad por mí perdida):
ya dejé de ser parte,
el destino me hizo entero
entero la vida me volvió.
Son mis gestos mitad míos
mitad aún de la multitud.
Me incomodo a mí mismo,
mi cuerpo se me vuelve pequeño para mí!
¿Soy peor que yo mismo
O será que yo mismo no quepo en mí?
Como si estuviese en el cine
y viese desde mi asiento
que yo mismo soy el personaje
de la intriga que figura en el programa;
como si estuviese delante del espejo
y en el espejo mi imagen
adquiriese vida propia
que nada tiene que ver conmigo
inmóvil delante del espejo;
como si un disco de gramófono
o la T.S.F.[1]
dijese con mi voz,
oyéndolo yo,
aquello que nunca fui capaz de decir con mi propia boca;
así me hallé a mi mismo
cierto día
cuando pensaba que aún era yo multitud.
Mas, ¿quién escribió esa intriga
que represento yo con el personaje de mí?
(¡No! No es esto lo que quiero preguntar)
¿Quién me hizo protagonista de una vida que no soñé?
¿Quién filmó mi ser mientras me soñaba?
¡Mi sueño es mucho mejor que en el programa
que hoy el destino me da!
Siempre soñé con ser Yo
¡pero no como me veo en el filme,
ni como me veo en el espejo,
ni como me oigo en el disco
ni como hablo en la radio!
¿Quién alteró el espejo?
¿Quién falsificó el disco?
¿quién desvió la intriga?
¿quién mintió con mi voz?
Ni excité quimeras
ni vagué fantasías
ni garabateé confusiones,
nada que no fuese yo
y dignidad.
No viajé en aventuras
sino en legitimidad.
¿Por qué, entonces, me trocan por otro igual a mí
tan igual a mí que yo mismo nos confundo?
¿Por qué ha de ser ese, tan igual a mí,
y no yo mismo, si es ese quien trata de imitarme?
¿Por qué ha de ser precisamente ese yo que me inventaron
y no este mismo que yo me he ganado?
¿Acaso no es legítimo que yo me haya ganado?
¿Quién cuidaría de mí más
o mejor que yo mismo?
¿Y quién tiene más tiempo del que uno necesita para sí mismo?
¿Sabéis qué sería de mí si no me hubiese ganado?
- Un simple,
uno de esos a quien ha de explicarse la gracia de los chistes,
un ángel entre tornillos,
cincuenta quilos más de humanidad en el peso de la multitud!
Así, al menos, sé perfectamente
que aquel que soy en la película,
aquel que está en el espejo
aquel que oigo en el disco
aquel que habla en la radio,
es una traducción de mí
con acento de ahora,
¡donde cada cual tiene la edad de todos!
¡Oh todos!
¡Todos tampoco y nadie!
¡Hoy todos no es nada!
Mañana quizás.
En el futuro sí.
Cuando todos sea la suma de los cada uno
cuando cada cada sea cada cual
entonces sí
entonces bravo
entonces eureka
¡todos ya serán alguien!
Entretanto, no miente el celuloide
ni el azogue,
ni la copia del disco,
ni las ondas del aire,
y me contemplo a mí mismo
representando lo que no soy
un papel que no interpreto
en una intriga en la que existo
sólo para que la multitud no yerre,
sólo para la onda no se corte
sólo para que la corriente no se altere
sólo para que el público siga el programa
y pase unas horas más en este mundo!
¿Cómo he de librarme – yo mismo
del público y de la multitud
de la corriente y de la ola,
del abigarramiento de la multitud y del público, de la ola y la corriente?
¡Aunque no formo parte de ellos
sus inmensidades cubren el mundo
y con la forma del mundo parecen enteras!
¿Cómo he de llevarme – yo mismo
a salvo
y dejar en tierra firme
mi legítima vida intacta?
¿Acaso he de gastar mi existencia entera
guardándola para cuando
llegue mi legítima vida intacta?
¿Cuánto tiempo más
¡hablen!
cuánto tiempo más
¡se lo ruego!
he de estar conmigo a la espera?
¡Díganme de una vez que nunca ha de llegarme la ocasión
de mi vida legítima intacta!
Al azar de la corriente me dejaré llevar por ola
y estaré bien atento a que llegue mi oportunidad.
Tengo ya la costumbre de andar conmigo mismo en medio de la multitud:
sé ya mezclarme con ella sin perderme de vista.
Lléveme la multitud a donde me lleve
traigo siempre bien pegada a mí
¡mi legítima vida intacta!
Tengo un amigo que también va sobre la ola
y su una historia igual a la mía.
Dice mi amigo que nuestra historia es muy antigua
y que ya los antiguos le pusieron nombre
Para no confundirla con las demás historias.
Llamábanla Eternidad
y era el sueño de aquellos que quieren más.
No acababa el sueño
ni acababa la ola
ni acaba la corriente
ni acaba la gente.
Quien piensa que la ola es poco
quien piensa que la corriente es poco,
y aún así pretende ser gente
así reposa eternamente.
Mas basta por hoy.
Se ha hecho muy tarde.
Hoy ya se agotaron todas las esperanzas que había para hoy
de nada sirve insistir.
Tampoco hoy llegó la ocasión
de mi legítima vida intacta.
Ningún resultado dieron todas las esperanzas
que había puesto en el día de hoy.
Pero mañana, si Dios quiere,
bien temprano por la mañana
todas mis esperanzas resurgen
en busca de mi ocasión.
Ya sé que primero se ve la estrella del futuro,
el futuro antes que la estrella,
dicen que la estrella está casi lista
para ser vista por vez primera una madrugada
y así todos los días
siempre
hasta que me acabe.


Traducción: Luis María Marina
El texto portugués procede de la edición de los poemas de Almada Negreiros de Fernando Cabral Martins, Luis Manuel Gaspar y Mariana Pinto dos Santos (José de Almada Negreiros, Poemas, Assírio y Alvim, 2° edición corregida, Lisboa, 2005).

[1] N. del t.: Telefonia sin fios, telefonía sin hilos era el nombre que se dio originalmente a la radio en Portugal.

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