Sendos sobres me traen noticias de dos amigos. De Miguel Albero, su "Sobre todo nada", que mereció el Gil de Biedma en 2011. Y de Javier Pérez Walias, su "Arrojar piedras", en bella edición de Siltolá. Ojalá en ellos se cumpla durante el fin de semana la profecía de Simone Weil: "Poésie: douleur qui, à force d'être pure et sans mélange, apaise".
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