Comienzan a aparecer las primeras reseñas de “Limo y luz”. De la versión mexicana, en LA JORNADA SEMANAL, suplemento cultural del diario La Jornada, escribe hoy domingo Antonio Soria :
Un extranjero mexicano
Antonio Soria
Español de nacimiento, el autor de las crónicas-ensayos que integran este volumen debe ser consciente –muchas de sus líneas así lo sugieren o francamente lo confirman– de su pertenencia a un grupo de autores ecléctico por partida múltiple: en lo profesional y en lo cronológico, para empezar pero, grupo al fin, unificados por dos gestos del espíritu, el primero de ellos causa y el segundo consecuencia.A ese conjunto pertenecen lo mismo Bernal Díaz del Castillo que Alexander von Humboldt, y quien se sobresalte ante la mención de nombres así de inalcanzables descubrirá, cuando se interne en este Limo y luz, que sin lugar a dudas su autor comparte con aquéllos ese primer gesto espiritual antes mencionado, consistente en el deslumbramiento, el enamoramiento, la fascinación genuinas que en ellos ha provocado, para el primero, la Gran México-Tenochtitlan, y para el segundo “la muy noble y leal Ciudad de México”, dicho sea precisamente con las fórmulas aquí más adecuadas. Que comparte, como no podría ser más obvio, el segundo gesto-consecuencia, es decir, el impulso, la necesidad, el placer de dar cuenta de tal cautivación, y hacer que conste por escrito…
Seguir leyendo el texto completo aquí: http://www.jornada.unam.mx/2013/02/03/sem-leer.html
De la versión española, en la web de la Aula Europea de Humanidades, por mi querido amigo Ignacio Vázquez Moliní:
…. ¿Cómo definir esta nueva obra de Luis Marina? No sé yo como catalogarla. ¿Es de nuevo un libro poético? Claro que sí. ¿Y de literatura de viajes? También. ¿Tiene algo de novela? Algo, no: casi todo. Imagínense entonces, si perdido anda el crítico, cómo de perdidos deambularán los demás lectores, alucinados entre los muros de este laberinto magistral que Luis Marina ha ido levantado con calma y sabiduría a lo largo de las páginas. Uno se pregunta si no será que, en efecto, siendo la ciudad de México tan propensa no ya a la confusión sino al más profundo galimatías urbano, la forma narrativa que mejor se adapta a sus perfiles es la que lejos de esclarecer confunde todavía más. El incauto lector se convierte así en viajero desorientado por las plazuelas, avenidas y cerros de México. Qué más quisiera el pobre, sin nunca conseguirlo, que seguir los pasos de un narrador del que sabemos poco más que es extranjero. El viaje que inicia al abrir el libro le lanza hacia terrenos que siempre le serán desconocidos, por mucho que antes haya caminado por las calles de una ciudad como México, que según advierte el extranjero, está preñada de muerte, desde el Zócalo, biombo apaisado, gran teatro del mundo, hasta Chimalhuacán, extremo oriente de la urbe desmedida, donde dignidad y privación son casi sinónimos...
Seguir leyendo aquí: http://www.aehu.org/index.php/resenas/60.html
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