CAMPOSANTO EN LEÇA DE PALMEIRA
mi padre está en leça de
palmeira, junto al faro de boa nova,
en un cementerio azotado por el
viento del norte y el olor de la marea,
no lejos de las mejores cosas de
siza vieira y de los lugares de antónio nobre,
no lejos de la petrogalp y de sus
grandes cilindros metálicos,
no lejos del lugar donde nació,
en una casa más tarde demolida para las obras de leixões
cuando él era pequeño, un día
mécia de sena trajo una fotografía,
cedida por un amigo común, de una
hilera de casas junto al mar.
me hice una idea de la casa de
mis abuelos en la leça de finales de siglo
y de cómo el mundo es aún más
pequeño de lo que uno se imagina.
ahora mi padre sólo escucha el
bordón de la sirena y las bocinas de la niebla,
y le pasa por encima, en cadencia
regular, una antorcha de luz que rasga la noche.
ahora ya no ve a las bañistas
meneándose entre el sol, la arena y el agua,
ni dice “mira, aquella qué potable está” con una risa que siempre irritaba a mi madre.
ahora tengo yo la integral de
balzac que se pasó la vida leyendo,
y me impresiona profundamente que
él esté allí sin libros, sin eça, sin nosotros.
mi padre vivía allí cerca. en el
silencio de las lunas ya no se sabe dónde estaba su casa.
nosotros pasamos los días de
costumbre a dejarle flores y algún recogimiento,
o quizás uno de nosotros dice
“fui con madre al cementerio”, sin pronunciar su nombre.
y no es una tachadura, es una señal
más fuerte que perturba la densidad de las palabras,
porque mi padre tenía los ojos
muy azules, y ese color a veces está allí, en el mar
(De O Concerto Campestre; traducción: LMM)
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