En el último número de La Otra Gaceta se puede leer una jugosa entrevista de José Ángel Leyva a Hugo Gutiérrez Vega. En ella, Gutiérrez Vega, uno de los pocos grandes que quedan en México después de la muerte de Pacheco, se despacha a gusto. Privilegio de quien ha vivido ya ocho décadas, y en ellas ha trasegado suficientes caminos. Reproduzco un fragmento en el que Gutiérrez Vega reflexiona acerca de la difusión de su obra, que define como un fracaso rotundo, para seguido apuntar: "No lo entiendo, pero lo tomo con calma, con humor. No me explico esta especie de silencio orquestado, pero intuyo que tiene mucho que ver con el bloqueo de uno de los grupos literarios con más poder en México y que, para fortuna nuestra, se va desintegrando. Cuando alguien me pregunta cómo puede hacer para conseguir uno de mis libros, le respondo que no lo sé, pues ni yo mismo los encuentro". Como esas mafias están por todos lados, creo que sobran los comentarios: basta con mirar alrededor y cambiar este nombre de aquí por aquel de allá (o ni siquiera, pues las ramificaciones de ese "grupo de poder" al que se refiere Gutiérrez Vega no acaban ni mucho menos en México). La fotografía, por cierto, es de Pascual Borzelli, al que tuve la suerte de conocer hace unos años en los Poetas Latinos de Morelia, y que lleva una vida entera empeñado en retratar a escritores; claro que, a diferencia del otro, Borzelli sólo retrata a escritores -gracias, Hugo, por cederme un sitio a tu diestra- cuyos libros no se encuentran en las librerías.
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