En 1926, Pessoa escribe varios artículos en la Revista de Comercio y Contabilidad, entre ellos unos espléndidos aforismos. En su espejo se refleja el Pessoa sentado en la mesa de su escritorio en una humilde oficina de la Baixa, traduciendo cartas de firmas extranjeras. Algunos ejemplos:
“Ninguna carta debe quedar sin respuesta más de cinco días si es nacional, o diez días si viene del extranjero. Una demora mayor obliga legítimamente a ofrecer una disculpa, falsa por lo general, y que, al contrario de lo que juzgan quienes piden las disculpas, será casi siempre tenida por falsa, aun cuando sea verdadera. O bien la carta no tiene respuesta, y entonces no se responde; o bien no puede tener respuesta inmediata, en cuyo caso se contesta diciendo precisamente eso. La fama de atento y cortés vale más que un sello de correos. Es una publicidad barata.”
“Una carta áspera y violenta está siempre injustificada, porque siempre es inútil. Indispone, y no da resultado. Quien no paga porque no quiere no va a pagar porque le digan que no paga porque no quiere. Eso ya bien lo sabe él. Y a quien no paga porque no puede no le sentará demasiado bien que le digan o insinúen que no paga porque no quiere.”
“En el pie de las cartas, cuando se da tratamiento de Excelentísimo nunca se emplea la palabra “estima”. A los Excelentísimos corresponde “consideración” o “respeto”. Estima es sólo para las Ilustrísimas.”
“A una firma inglesa que no sea unipersonal la carta se abre con “Dear Sirs” y se cierra con “Yours faithfully”. A una casa americana en las mismas condiciones, la carta se abre con “Gentlemen”, y se cierra con “Yours very truly”. En el caso de firmas individuales, la diferencia de cierre permanece, pero la apertura es la misma –“Dear Sir”- para el inglés y el americano.”
“Es del peor gusto y causa el peor efecto que un jefe se disculpe alegando un “error de un empleado”. Los empleados no cometen errores. El único error de un empleado es el error de contratar empleados que cometen errores.”
“Las librerías de todo el mundo están atestadas de libros que enseñan a vencer. Muchos de ellos contienen apreciaciones interesantes, a veces incluso aprovechables. Casi todos se refieren de manera particular al éxito material, pues es éste el que más interesa por lo general a la mayoría de los hombres.
La ciencia de vencer, no obstante, es fácilmente explicable. El secreto del éxito o la explicación de su ausencia reside en aplicarla o no.
Para vencer –material o inmaterialmente- son precisas tres cosas definibles: saber trabajar, aprovechar las oportunidades y crear relaciones. El resto pertenece a la esfera de lo indefinible, pero real que, a falta de un nombre mejor, se llama suerte.
No es el trabajo, sino el saber trabajar, el secreto del éxito en el trabajo. Saber trabajar significa: no hacer esfuerzos inútiles, persistir en el esfuerzo hasta el fin, y saber reconstruir una orientación cuando se ha comprobado que es, o se demostró, errada.
Aprovechar las oportunidades quiere decir no sólo no perderlas, sino también encontrarlas.
Crear relaciones tiene dos sentidos –uno para la vida material, otro para la vida mental. En la vida material la expresión tiene su sentido aparente. En la vida mental significa crear cultura. La historia no registra ningún gran triunfador material aislado, ni un gran triunfador mental inculto. De la simple “voluntad” sólo viven los pequeños comerciantes; de la simple “inspiración” sólo viven los pequeños poetas. La ley es una para todos.”
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